Estos pollitos han tenido la suerte de no nacer con el destino de vivir en una nave de engorde, todos amontonados para terminar boca arriba y desplumado en un mostrador refrigerado de cualquier centro comercial.
Están libres en el campo. Será la caprichosa selección natural (y la suerte) quien dicte quien vivirá y quien no. Pero mientras tanto correrán y aletearán alrededor de su madre.
Por cierto, el pollito rubio habrá salido al padre.
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