Corría 1933 cuando las mujeres en
España podían ejercer el derecho al voto por primera vez en la historia. Eran
otros tiempos.
Este
mismo año, en una pequeña población de Vejer, José y Francisca ven nacer a
nuestra madre homenajeada de hoy. Y en este mismo pueblecito que para más señas se llama El
Soto, se crió ella. Todos hemos sido jóvenes y alguna trastada se ha
hecho….nuestra madre de hoy una vez se vistió de blanco y se colocó debajo de
un árbol y tal fue la sorpresa de los hombres que estaban trabajando en la zona
cuando la vieron que afirmaban que habían visto a la virgen.
Eran
cuatro hermanos, de los cuales ella era la única mujer. Y no por ello no
trabajó en las huertas de la zona a parte de las tareas de la casa junto a su
madre.
Pero
para ella cambió todo cuando en 1961 se casa con Manolo y se viene a vivir a
Cantarranas. Aunque el modo de vida era alrededor siempre del campo y ganado.
Tuvo y tiene tres hijos, Juan José, Paqui e Inma.
Es
una madre muy familiar, siempre al cuidado de sus hijos. Aunque en un toro
embolao, en Vejer, venían de la calle al piso y sin pararse a pensar se
metieron en el recorrido. Tal desconcierto tuvieron que en vez de llevar a su
hija pequeña Inma de la mano, agarró a otro niño saliendo corriendo con él.
Igualmente Inma salía corriendo cuando veía aparecer en su casa a Paco Márquez
jeringa en mano. No veía boquete por donde escaparse, a pesar de que le madre
la tuviera amenazada con dosis de escoba.
Ese
papel de madre siempre lo ha tenido. Como con su hija Paqui cuando le daba
miedo dormir sola y se iba con ella. Manolo puede dar fe. Y seguro que puede
recordar cuando esta misma hija veía pasar una cigüeña y le pedía una hermana
que se llamara Inma. Y hay que decir más le pese y diga que los quiere a todos
por igual, que Paqui era su ojito derecho.
Juan
José fue con quien más tuvo que suspirar y contar hasta diez. Era muy trabajoso para comer de
pequeño, pero ella siempre al pie del cañón para que comiera. Quizás una forma
de devolverle la jugada a su madre, Juan José amarraba a su hermana Paqui en la
estancia y tenía que ir su madre a desatarla. O cuando a escondida de la madre,
Juan José corría por un maíz más alto que él para ir a la casa de su tío Antonio
para encontrarse a su primo Juan. Aunque más de una vez solo por el “raspajeo”
del maíz sabía quién iba por ahí que se las pelaba. No es fácil engañar a la
experiencia.
Nuestra
madre de hoy le gustaba mucho las
fiestas de Vejer como ferias, Semana Santa, agosto con la Virgen de la Oliva,…
Pero quizás más que esto, a ella le gustaba las matanzas familiares. Ya fuera
en El Soto o en Cantarranas, ella se lo pasaba bien. Se sentía entre los suyos
y eso le reconfortaba. También le gustaba el ratillo de charla que se pegaban a
la fresca de la tarde en la era a la entrada de garabito. En la misma zona
donde tiene su hija Inma la casa.
Han
pasado los años y en un chasquido de casi 80 años ha pasado de ser la niña que
correteaba por las huertas de El Soto a abuela. Son 6 nietos los que tiene. Y
parece ser que la más chica de todos, María, es su debilidad.
A
pesar de los años, el hogar es el hogar. Su casa siempre está llena de vida.
Rara es la ocasión que pasas por su casa y no ves a ella misma delantal plantado,
a su marido Manolo, a sus hijos y a nietos revoloteando por el patio.
La
vida te da tragos dulces y amargos. Pero quizá valga la pena el resultado
final. Ese resultado es el que tienes tú ahora. Te rebosa cariño de tu familia
y eso es lo que da calor al hogar.
Que
tu modo de ser hija, madre, mujer y abuela sirva de espejo para quien se quiera
mirar. Hoy celebramos el día de la madre
y queremos rendirle nuestro humilde pero sincero homenaje a Antonia Marchante
García.
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