jueves, 1 de enero de 2009

PAN DE HORNO

El pan, un alimento tan de a diario que no nos damos cuenta de lo importancia que tiene. Lo tenemos muy a mano e incluso si sobra mientras comemos se tira. Pero antes no era así la cosa. Antes costaba más conseguirlo, había que sudar para poder llevarse a la boca un trozo de pan, no era tan accesible como ahora.

Para obtener pan, el proceso podíamos decir que se dividía en dos grandes bloques, como es el horno y la harina.

El horno era de piedra (las de dentro de grano porque la piedra “javaluna” saltaban con el calor. Luego llegaron los ladrillo toscos) y de barro. Este se conseguía en las barreras, es decir, se hacía un hueco para sacar el barro. Ya se tenía los materiales de construcción.

A la hora de levantarlo, dependiendo de lo grande que fuera a ser, se hacía la plataforma lo ancha que se quisiera y se iba cerrando poco a poco por cada vuelta. El constructor de metía por dentro hasta que cabía, se salía y lo remataba por fuera. Había gente que hacía una estructura de verde por dentro para cerrarlo, como si fuera un encofrado. Y luego quemaba el forraje de dentro.

No había especialistas para el tema, cada uno, en su casa se las apañaba para hacer el horno familiar. No es así por ejemplo con los pozos. En Vejer estaba Antonio Ponce, en Benalup eran los Navas que vivían por Paternilla,… auténticos especialistas poceros.

Se levantaba una peana a un metro de altura más o menos y se dejaba a la misma altura una puerta frontal y un agujero trasero por donde respiraba el horno, que se tapaba según el viento o el tiro que tenía dicho horno.

La otra gran parte para conseguir el pan, se trataba de la harina. Con el trigo se iba al molino. La gente de Cantarranas o incluso gente de La Muela iban al molino de Cucarrete que eran molinos de agua. Había tres molinos, el de Paco Pérez, Curro Coronil y el de Diego Estrada. Ello cobraran la maquila en trigo, más o menos era de 50 kilos de trigos uno o dos kilo el coste de moler.

Antes de la guerra civil se iba cuando se quería a moler, pero en el 39 y hasta catorce años después mas o menos había que ir a escondidas a moler, pues lo requisaban todo para “el movimiento”. Por ello se explica que la gente incluso de La Muela fueran a los molinos de agua de Cucarrete a moler su trigo, ya que los molinos de viento de Vejer se veían cuando funcionaban y eran chivatos para las autoridades y los molinos de agua no.

Se traía la harina del molino y se cernía para quitar alguna impureza. Se echaba en el librillo, se le ponía levadura y agua. Se iba amasando y haciendo las teleras de unos dos kilos mas o menos de peso.

Teniendo ya los dos grandes bloques, solo quedaba hacer el pan. Se encendía el horno, arrimando leña por la ventana frontal hasta que se veía que estaba bien caldeado el horno. Luego se apartaba el rescoldo resultante hacia un lado de la peana del horno barriéndolas con escobas echas de ramas verdes. Una vez limpia la peana, con una pala de madera especial para la operación, se iba metiendo el pan crudo en el horno. Por lo general, se podía hacer de una vez unas 12 o 15 teleras de pan. Alguien tenía que estar atento para poner o quitar la tapadera del respiradero del horno, según el caldeo del horno. Sobre la hora y media estarían listas las teleras. Este pan duraba comestible mínimo una semana.

Este es a grandes rasgos el proceso que hay que seguir para que antes se pudiera comer pan en un lugar como Cantarranas. Hoy día solo tenemos que ir a la panadería y pedir una pieza de pan. Realmente, muchas veces no valoramos lo que tenemos.
El horno de las fotografías es el que estaba en la finca Lizardi de Joaquín Castrillón. Éste aparece en las imágenes así como Antonio Martínez y familiares de ambos.





No hay comentarios: