viernes, 3 de octubre de 2014

SOBRE CANTARRANAS Y TORRECILLAS

   Agradecemos a Salus las palabras sobre Cantarranas que refleja de su entrada en el blog Ortodoxos & Conversos. Aquí las copiamos íntegramente dicha entrada. 

   Y ya sabéis, el lunes 6 a ver a Torrecilla en su pregón/homenaje de la Semana Cultural.




La irrupción en la escena política de Podemos es la noticia del momento. Esta alternativa plantea superar los viejos métodos políticos basados en una democracia representativa parlamentaria, basada en relaciones verticales, en la que al final se imponen los intereses de los de siempre, por otra asamblearia, de carácter horizontal. Aunque Podemos parezca el último grito de la modernidad,  no hay que remontarse a la era digital para encontrarnos con los movimientos asamblearios, sino que estos aparecieron en los primeros albores de la historia. En las culturas primitivas de las hordas prehistóricas, en Sumer o en Egipto ya nos encontramos que las decisiones de los grupos se toman en común. Pero será en el mundo griego cuando la “ekklesia” (que luego el termino derivaría en iglesia) o asamblea se convierta en motor de la cosa pública, asistiendo al nacimiento de la democracia. En plena Edad Media aparecieron los municipios organizándose en torno a unas instituciones, el concejo municipal, con participación abierta a todos los vecinos.  Ese mismo espíritu comunal, antiguo, clásico, castizo… es el que caracterizan a las fiestas de Cantarranas que empiezan el lunes próximo.
El origen de Cantarranas es muy parecido al de Benalup - Casas Viejas, es decir una zona dedicada a la ganadería extensiva, con poblamiento disperso, que se va formando alrededor de los cruces de caminos que forman las cañadas y  de una venta. En los años sesenta coincidiendo con la  aglomeración de jornaleros para trabajar en la Finca de las Lomas, una vez desecada la Laguna de la Janda, se crea un núcleo concentrado y estable de población. Como pasó en 1915 en Casas Viejas, la consolidación del pueblo necesitaba la construcción de una iglesia. A principios de los sesenta bajo la batuta del padre Botella, D. Manuel García Torrecillas (apodo proveniente de su costumbre de recolectar botellas para luego venderlas y aportar lo recaudado  para la construcción de la iglesia) con la ayuda de los jóvenes de aquella época se construye la actual iglesia. El 13 de abril de 1965 el obispo Añoveros asiste a la inauguración de la iglesia de Santo Tomas de Villanueva. Pero el padre Torrecillas no sólo fue el creador de la iglesia, sino también de un espíritu comunitario que ha pervivido en el tiempo.
La foto que encabeza este artículo es muy significativa. Una serie de jóvenes posan con tres curas de la zona, en una de esas reuniones que ellos denominaban de  "proximidad". A la izquierda el padre Torrecillas, en el centro el padre Muriel y a la derecha el padre Carrillo. Los párrocos de Cantarranas, Benalup y Yeguada-Badalejos que tanto hicieron por sus comunidades, supliendo  y sustituyendo la ausencia de un poder institucional y político fuerte y consolidado. Tres pedanías en las que las comunidades deben organizarse independientemente del poder institucional y en la que el cura y la iglesia ejercieron de nexo de unión con el poder económico y político de la época que se encontraba espiritual y realmente muy alejado de estas comunidades. Los tres ayudaron a construir muchas cosas  y los tres se constituyeron en verdaderos pilares del estado del bienestar (¿?) en sus respectivos núcleos de población. En aquellos años tan difíciles consiguieron la participación de la comunidad en la cosa pública en base a principios como la solidaridad, la implicación, la colaboración… principios siempre presentes en las comunidades rurales andaluzas.
El Padre Muriel murió en 1966, el padre Carrillo el año pasado y el padre Torrecillas todavía sigue vivo, siendo el pregoneros de las fiestas de Cantarranas de este año. En la memoria colectiva de la gente de Cantarrana aparece Don Manuel quitando las peñas de rocas y chumberas o remolcando piedras de la campiña para la construcción de la iglesia. O cuando "el cura Torrecillas" se levantaba la sotana para jugar al fútbol, o la omnipresencia de los pasos de Semana Santa.... Don Manuel García Torrecillas dejó hace mucho tiempo el sacerdocio y ha llovido mucho desde entonces.  Es obvio que los tiempos del pacto trono-altar están superados y que soy partidario de una separación absoluta del ámbito político y religioso, pero creo que el pasado no hay que analizarlo ni con maniqueísmos, ni con nostalgia, ni con ira. Sino entenderlo para que podamos utilizar lo mejor de cada etapa para afrontar los retos actuales, por eso me parece acertadísima su elección como pregonero. El hecho de que el padre Torrecillas sea pregonero de unas fiestas que mantienen el espíritu que impregnó a su actuación demuestra que trabajó para la eternidad y que hasta hoy ha llegado su influencia.
El modelo actual de las fiestas de Cantarranas es reciente. Son una mescolanza. Conviven las fiestas patronales y Semana Cultural, lo civil y lo religioso, lo antiguo y lo moderno, los jóvenes y los viejos…, pero cuya gran característica es la participación popular. El Ayuntamiento de Vejer colabora como organización institucional pero el peso es llevado a cabo por la comunidad de vecinos a través de las asociaciones de vecinos Torrecillas, Morija y Algarrabía. Son los vecinos los que acondicionan la carpa, hacen la comida (¡pecha de comida!) o juegan al fútbol las mujeres y los hombres, a los juegos de mesa o participan en la marcha popular por la hazas de la suerte. Es ese espíritu asambleario y comunitario de esta fiesta, continuador de la labor que inició el padre Torrecillas,  lo que creo que las hace especiales y significativas.
Lo que ocurre con las fiestas de Cantarranas se parece más los Concejos Medievales que a los círculos de Podemos, la verdad. Aunque tienen en común la participación directa como base imprescindible para el funcionamiento de la cosa pública. Es innegociable  la participación activa de la gente, la superación de lo institucional por lo comunal, ese sabor a casero, tradicional y auténtico. Todo ello se echa de menos en una época donde domina la apatía, la desmovilización y la superficialidad. Y donde el exceso de democracia representativa, la dejadez de los ciudadanos limitándose  la mayoría a votar cuatro años, la imposición de las relaciones jerárquicas y verticales han hecho que la escena política española esté dominada por gente y casos como el de Pujol, Barcenas, EREs… y el desarraigo y hartazgo hacía la cosa pública esté a la orden del día. Pero es evidente que necesitamos la política, que somos animales sociales y por tanto políticos, que hay muchos ejemplos en el pasado (“todo lo inventaron los griegos”) y en el presente que nos pueden y deben volver la esperanza en un presente y futuro más halagüeño. El lunes 6 de octubre voy a ir a escuchar al Padre Torrecillas, no sólo como un tributo a su labor en aquellos años sesenta, sino también con una perspectiva de futuro. Seguro que hay principios en sus actuaciones de los sesenta que podamos aplicar para afrontar los retos en la cosa pública que nos depara el futuro. 




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