Agradecemos a Salus las palabras sobre Cantarranas que refleja de su entrada en el blog Ortodoxos & Conversos. Aquí las copiamos íntegramente dicha entrada.
Y ya sabéis, el lunes 6 a ver a Torrecilla en su pregón/homenaje de la Semana Cultural.
La irrupción en la escena política de Podemos es la
noticia del momento. Esta alternativa plantea superar los viejos métodos
políticos basados en una democracia representativa parlamentaria, basada en
relaciones verticales, en la que al final se imponen los intereses de los de
siempre, por otra asamblearia, de carácter horizontal. Aunque Podemos parezca
el último grito de la modernidad, no hay
que remontarse a la era digital para encontrarnos con los movimientos
asamblearios, sino que estos aparecieron en los primeros albores de la
historia. En las culturas primitivas de las hordas prehistóricas, en Sumer o en
Egipto ya nos encontramos que las decisiones de los grupos se toman en común.
Pero será en el mundo griego cuando la “ekklesia” (que luego el termino derivaría
en iglesia) o asamblea se convierta en motor de la cosa pública, asistiendo al
nacimiento de la democracia. En plena Edad Media aparecieron los municipios organizándose
en torno a unas instituciones, el concejo municipal, con participación abierta
a todos los vecinos. Ese mismo espíritu
comunal, antiguo, clásico, castizo… es el que caracterizan a las fiestas de
Cantarranas que empiezan el lunes próximo.
El origen de Cantarranas es muy parecido al de
Benalup - Casas Viejas, es decir una zona dedicada a la ganadería extensiva,
con poblamiento disperso, que se va formando alrededor de los cruces de caminos
que forman las cañadas y de una venta.
En los años sesenta coincidiendo con la aglomeración de jornaleros para trabajar en la
Finca de las Lomas, una vez desecada la Laguna de la Janda, se crea un núcleo
concentrado y estable de población. Como pasó en 1915 en Casas Viejas, la
consolidación del pueblo necesitaba la construcción de una iglesia. A
principios de los sesenta bajo la batuta del padre Botella, D. Manuel García
Torrecillas (apodo proveniente de su costumbre de recolectar botellas para
luego venderlas y aportar lo recaudado para la construcción de la iglesia) con la
ayuda de los jóvenes de aquella época se construye la actual iglesia. El 13 de
abril de 1965 el obispo Añoveros asiste a la inauguración de la iglesia de
Santo Tomas de Villanueva. Pero el padre Torrecillas no sólo fue el
creador de la iglesia, sino también de un espíritu comunitario que ha pervivido
en el tiempo.La foto que encabeza este artículo es muy significativa. Una serie de jóvenes posan con tres curas de la zona, en una de esas reuniones que ellos denominaban de "proximidad". A la izquierda el padre Torrecillas, en el centro el padre Muriel y a la derecha el padre Carrillo. Los párrocos de Cantarranas, Benalup y Yeguada-Badalejos que tanto hicieron por sus comunidades, supliendo y sustituyendo la ausencia de un poder institucional y político fuerte y consolidado. Tres pedanías en las que las comunidades deben organizarse independientemente del poder institucional y en la que el cura y la iglesia ejercieron de nexo de unión con el poder económico y político de la época que se encontraba espiritual y realmente muy alejado de estas comunidades. Los tres ayudaron a construir muchas cosas y los tres se constituyeron en verdaderos pilares del estado del bienestar (¿?) en sus respectivos núcleos de población. En aquellos años tan difíciles consiguieron la participación de la comunidad en la cosa pública en base a principios como la solidaridad, la implicación, la colaboración… principios siempre presentes en las comunidades rurales andaluzas.
El Padre Muriel murió en 1966, el padre Carrillo el
año pasado y el padre Torrecillas todavía sigue vivo, siendo el pregoneros de
las fiestas de Cantarranas de este año. En la memoria colectiva de la gente de
Cantarrana aparece Don Manuel quitando las peñas de rocas y chumberas o
remolcando piedras de la campiña para la construcción de la iglesia. O cuando
"el cura Torrecillas" se levantaba la sotana para jugar al fútbol, o
la omnipresencia de los pasos de Semana Santa.... Don Manuel García Torrecillas
dejó hace mucho tiempo el sacerdocio y ha llovido mucho desde entonces. Es obvio que los tiempos del pacto trono-altar
están superados y que soy partidario de una separación absoluta del ámbito
político y religioso, pero creo que el pasado no hay que analizarlo ni con
maniqueísmos, ni con nostalgia, ni con ira. Sino entenderlo para que podamos
utilizar lo mejor de cada etapa para afrontar los retos actuales, por eso me
parece acertadísima su elección como pregonero. El hecho de que el padre
Torrecillas sea pregonero de unas fiestas que mantienen el espíritu que impregnó
a su actuación demuestra que trabajó para la eternidad y que hasta hoy ha
llegado su influencia.
El modelo actual de las fiestas de Cantarranas es reciente.
Son una mescolanza. Conviven las fiestas patronales y Semana Cultural, lo civil
y lo religioso, lo antiguo y lo moderno, los jóvenes y los viejos…, pero cuya
gran característica es la participación popular. El Ayuntamiento de Vejer
colabora como organización institucional pero el peso es llevado a cabo por la
comunidad de vecinos a través de las asociaciones de vecinos Torrecillas,
Morija y Algarrabía. Son los vecinos los que acondicionan la carpa, hacen la comida
(¡pecha de comida!) o juegan al fútbol las mujeres y los hombres, a los juegos
de mesa o participan en la marcha popular por la hazas de la suerte. Es ese
espíritu asambleario y comunitario de esta fiesta, continuador de la labor que
inició el padre Torrecillas, lo que creo
que las hace especiales y significativas.
Lo que ocurre con las fiestas de Cantarranas se
parece más los Concejos Medievales que a los círculos de Podemos, la verdad.
Aunque tienen en común la participación directa como base imprescindible para
el funcionamiento de la cosa pública. Es innegociable la participación activa de la gente, la
superación de lo institucional por lo comunal, ese sabor a casero, tradicional
y auténtico. Todo ello se echa de menos en una época donde domina la apatía, la
desmovilización y la superficialidad. Y donde el exceso de democracia
representativa, la dejadez de los ciudadanos limitándose la mayoría a votar cuatro años, la imposición
de las relaciones jerárquicas y verticales han hecho que la escena política
española esté dominada por gente y casos como el de Pujol, Barcenas, EREs… y el
desarraigo y hartazgo hacía la cosa pública esté a la orden del día. Pero es
evidente que necesitamos la política, que somos animales sociales y por tanto
políticos, que hay muchos ejemplos en el pasado (“todo lo inventaron los
griegos”) y en el presente que nos pueden y deben volver la esperanza en un
presente y futuro más halagüeño. El lunes 6 de octubre voy a ir a escuchar al
Padre Torrecillas, no sólo como un tributo a su labor en aquellos años sesenta,
sino también con una perspectiva de futuro. Seguro que hay principios en sus
actuaciones de los sesenta que podamos aplicar para afrontar los retos en la cosa
pública que nos depara el futuro.
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