Si hay algo que podemos resaltar de las últimas cincuenta,
sesenta o setenta décadas es el cambio a todos los niveles del mundo que nos
rodea. La tecnología, medicina, política,…. ha dado un estirón a partir de
cierta estabilidad. Ha sido y es una etapa ciertamente fructífera. Ahora parece
que asoman rasgos y con motivo de descontento, indignación,… quizás por la
deriva del demasiado aburguesamiento de los sillones de poder.
Pues todo esto puede aplicarse a las zonas rurales de igual
modo. Procuren imaginar Cantarranas a mediados del siglo pasado: chumberas,mandiles,
pañuelos en la cabeza, barro, chozas, bestias, pavos, cochinos, carburo,
churretes, lebrillos, cántaros,…. Y hoy día: farolas, asfalto, plaza, pista
deportiva, nave multiusos, internet,… hay vecinos que han experimentado este
salto tecnológico y ese cambio paulatino se les ha venido encima. Que niño de
diez años en los sesenta iba a pensar que a dia de hoy iba a hablar con su hijo
por wasap.
Esta foto de principios de los ochenta, que nos vale de excusa
para la entrada, refleja las consecuencias de un tiempo en el que la escuela no
era lo primero. Estas mujeres, apenas habían aprendido a hablar y correr un
poco y ya estaban guardando pavos, cochinos,… por cercados y campiñas. Ya en su
mocedad, muchos de ellas como ellos, se “acomodaban” en casas de gente algo más
pudientes para trabajarles a cambio del sustento y a veces algo extra. Una boca
menos en casa se notaba.
De izquierda a derecha: Ana Martínez Melero, María Vallejo, Isabel Martínez Melero, Antonia Vallejo Callado y Petronila Reina.
En Cantarranas en los cincuenta y sesenta, no había escuela. Las
más cercanas era en las Mesas de Algar o el Colegio de San Juan (cerca de
Cucarrete)….. o clases particulares con el maestro Candón, el cual daba las
clases por la tarde/noche después de dar de mano en sus faenas los niños.
¿Quién mueve a estas mujeres para aprender a escribir y leer
estando ya casadas?. La función social y cultural de congregaciones religiosas
en zonas rurales en tiempo de poca infraestructura, ha sido fundamental. En Cantarranas
en los ochenta estaba y aun está Santa Joaquina de Vedruna. Es verdad que hay
trasfondo religioso muchas veces detrás, pero hubo a parte de esa doctrina, un
afán cultural y social profundo. La muestra es la imagen. Estos talleres o
clases se realizaban en la casa de una alumna, la cual brindaba. Monjas como
Nati, María Franco,… venidas de ciudades, han sido impulsoras de talleres de
escritura y lectura para mujeres, amas de casas practicamente analfabetas. Han brindado
su esfuerzo y vocación para con quien apenas se
podían defender en los más básico. Y quizás, ese respeto y obediencia
hacia los religioso hizo que estas amas de casa dieran ese paso adelante y le
perdieran el miedo a un lápiz o a una ficha de lectura. E incluso, montaron una
excursión a Ceuta para pasar un día. Imaginar lo que puede suponer cruzar el
estrecho a gente que solamente ir en su mocedad a Vejer era una excursión.
En los años setenta se construyó un colegio en Cantarranas,
al cual acudían los niños en horario escolar normal. Pero por el Ayuntamiento,
se realizó varios cursos de clases para adultos, con el fin de sacarse el
graduado. Las clases, para hombres y mujeres se realizaban de noche, después de
la jornada laboral. El examen para obtener el título lo realizaban en Barbate. Hubo
varios cursos de graduado para adultos, el último fue en la década de los
noventa.
Por distintos motivos, la historia se repite. Chavales que
con dieciseis se han quitado del IES para trabajar teniendo como sueño máximo
un bmv o audi, después de pincharse el ladrillo, han vuelto a coger el boli
para sacarse el graduado que dejaron mal aparcado. Quizás por eso, estas mujeres
y toda su generación, le dijeron a sus hijos y ahora a sus nietos eso de “estudia
y hazte de provecho”
1 comentario:
¡qué entrada más chula, más justa y más necesaria!
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